viernes, 17 de octubre de 2008

Una maravillosa historia que te romperá el corazón

“LA TUMBA DE LAS LUCIÉRNAGAS”

«21 de septiembre de 1945: ese fue el día en que morí». Así comienza esta película, con la muerte del protagonista y narrador tras nombrar a su hermana Setsuko. Entre sus ropas sólo encuentran una lata oxidada de caramelos; al tirarla, se abre y de su interior salen unos restos blancos: los restos de Setsuko... Y así resulta evocado el espíritu de la niña, que se reúne con el de su hermano y recupera su querida lata de caramelos. Toman el tren y empiezan a recordar...

“La tumba de las luciérnagas” muestra el Japón de 1945 cuando en la Segunda Guerra Mundial EE.UU. realiza ataques aéreos. Se centra en la vida de dos hermanos, Seita, de unos 13 o 14 años, y Setsuko, de 5, hijos de un oficial de la marina japonesa enviado a luchar. Los protagonistas viven con su madre, hasta que un día ella es herida en un bombardeo y poco después muere. Los hermanos deciden alojarse con sus tios de Tokio ¿?, a los que no conocen. Pero el desprecio que sus tíos muestran hace que finalmente Seita y Setsuko se trasladen a vivir a un refugio antiaéreo, con todas las consecuencias que ello conlleva…

Y hasta aquí puedo leer… si queréis saber más tendréis que ver la película…

He escogido esta película como el primer ejemplo de este mundo por ser la muestra de un anime serio, cara que no todo el mundo conoce, y por ser una de mis películas favoritas. Por ello quiero recomendaros encarecidamente que veáis esta película y que la disfrutéis como se merece. Una de las historias más crudas, humanas y desgarradoras que he podido ver yo en el cine y, a menos que uno tenga el corazón de granito, os aseguro que el que más o el que menos acabará llorando.

NOTA: Prestar atención a la escena tras la muerte de la madre. Es una de mis escenas preferidas: los hermanos han quedado solos en el arenal, la niña se agacha angustiada y empieza a llorar en silencio; el hermano se sienta aparte, tratando de conservar la calma, y luego empieza a hacer acrobacias. Los distintos planos de cámara, las sombras alargadas en el atardecer monocromático, y el ataque musical, hacen del conjunto una pequeña joya.

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